Presentación

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Decía Paco de Lucía que cada dos pasos hacia delante daba uno hacia atrás para no perder el camino. En esa danza equilibrada se sujeta este arte que desde su propia raíz anda proyectándose hacia el horizonte. La Bienal de Flamenco de Sevilla, en este sentido, no es un escaparate de lo que se cuece, sino un acontecimiento en el que confluyen los tiempos para perdurar en la memoria. La expresión de las expresiones, por así resumirlo.

Todo un festival que sirve de modelo a otras citas, en el que el cante, el baile y la guitarra en sus diferentes estéticas quedan al centro de un sinfín de sensibilidades. Su veintitrés edición, que coincide con el décimo aniversario de la muerte del maestro de la sonanta, será la celebración de este tiempo que habitamos. Una Bienal de encuentros. Los de la capital andaluza con esta manifestación cultural que sucede cada dos años. Y los de los propios artistas, entre ellos, reunidos al calor de una programación que apuesta por la singularidad de los espacios y los momentos. Encuentros únicos. Inesperadamente esperados. Con los máximos exponentes de hoy, maestros de leyenda, nuevos talentos y una ciudad que durante varias semanas se convertirá en un escenario acompasado. Sevilla canta con costillas y adoquines. Por sus esquinas, tuétanos y en la sombra de siglos que aclaró La Paquera en una letra de Manuel Alejandro. El flamenco es muchas cosas: hallazgo más búsqueda, la síntesis de un grito, perderse por un trémolo en el que de pronto van y desaparecen los dedos que lo hacen sonar... Todas tienen en común, sin embargo, que desde su forja hacen de Sevilla un territorio de creatividad honda. Este festival es una gota roja caída en la superficie de un mapa. Algo señalado. El centro y la piedra. La puesta en escena de una tradición en continuo movimiento que nos diferencia en el resto del globo.

Una Bienal necesariamente universal y sevillana. De flamenco. Con el latido puesto en la cadera del mundo.

Luis  Ybarra

Director

Bienal de Flamenco de Sevilla